Actualmente, en los centros deportivos, existe un porcentaje de usuarios que requieren un servicio de preparación física específica cuyo objetivo es la mejora de sus niveles de rendimiento deportivo.
No hablamos de deportistas de alto nivel, sino de usuarios que practican alguna disciplina deportiva de carácter amateur en su tiempo libre y que desean mejorar alguno de sus componentes presentes en la misma a través de la actividad física cotidiana realizada en el centro deportivo habitual.
No hay que olvidar que el deporte es una actividad física competitiva basada en la interacción entre varios sujetos cuyo resultado dependerá de aspectos como la habilidad, la táctica y la estrategia. Es decir, hay aspectos que “no tienen” nada que ver con el desarrollo de las cualidades físicas básicas.
Sin embargo, la actuación de los técnicos deportivos ante estas situaciones suele ser de prescripción de un entrenamiento focalizado en la mejora de las cualidades físicas básicas (fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad), en función de cómo se manifiesten en el deporte en cuestión. De esta manera, tendrán un “jugador” fuerte y rápido, pero si no son capaces de transmitir ésa cualidades a sus gestos y necesidades especificas, éste no será capaz de mejorar su juego.
Por ello, es imprescindible diseñar programas de entrenamiento funcionales que contemplen de forma integral todos los ámbitos de la actividad física deportiva que se pretende mejorar.
Uno de los aspectos tradicionalmente olvidados en la prescripción del entrenamiento, pero que resulta la clave de la consecución del incremento del rendimiento deportivo, es la mejora en el proceso de toma de decisión.
Cuando hablamos de mejorar los procesos de “toma de decisiones” nos referimos al desarrollo de la capacidad cognitiva del sujeto, que le permitirá adquirir y optimizar los componentes presentes en este proceso.
De forma general, hablamos de capacidad de observar e interpretar la información/entorno, del propio autocontrol y de su autoevaluación; pero de una forma mas concreta, contemplamos aspectos como la anticipación, la motivación, la atención la concentración.
Como herramientas, deberíamos utilizar adaptaciones y/o variantes de ejercicios básicos que impliquen dificultar la propia realización de la tarea motriz, la reacción o discriminación ante diferentes estímulos y a la incorporación de elementos complementarios que no tienen por que ser propios de la disciplina deportiva en cuestión.
Otro de los aspectos que no se suelen introducir en los programas de entrenamiento en el trabajo dirigido a la mejora de los gestos deportivos específicos. Estamos hablando del aspecto cualitativo del entrenamiento, es decir, del desarrollo de ciertas capacidades físicas como la agilidad, la destreza y la coordinación como base de la realización eficaz y eficiente de una acción motriz determinada.
Estas capacidades de desarrollan con tareas basadas en el trabajo del equilibrio, el control del movimiento o propiocepción, la orientación espacio temporal, la direccionalidad y la coordinación general.
Este razonamiento nos debe llevar a cambiar la visión tradicional del entrenamiento en la sal a de Fitness basado en la utilización exclusiva de máquinas y del equipamiento deportivo allí dispuesto, o de centrar únicamente las directrices técnicas hacia el logro de adaptaciones fisiológicas en las fibras musculares, en el sistema cardiovascular, respiratorio, etc.
- ¿Dónde esta la intervención sobre los factores neurales de entrenamiento?
- ¿Por qué no utilizar espacios polivalentes como las salas de clases colectivas para desarrollar tareas que impliquen una mayor riqueza motriz y cognitiva para complementar los programas de entrenamiento?
- ¿No había que “rescatar” algunos de los ejercicios o propuestas tradicionales de la educación física?